Del griego, adamas, adamantos (diamante, acero) de «a» (privativa, prefijo de contariedad o de negación) y damao (quemar). Fig. piedra dura que no se puede o no se debiera quemar, calentar, pues los griegos debieron conocer que el calor destruye el magnetismo.
- El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo relata su uso y diversos nombres en el siglo XVI:
Las agujas de marear están cebadas y compuestas con la virtud y medio de la «piedra calamita» (que vulgarmente en castilla llamamos piedra «yman») de la cual y de sus propiedades hacen gran mención los naturales y la nombran por diversos nombres: porque de más de dos que he dicho la llaman «magnete, ematite siderita y heraclion», es de diversas especies o géneros esta piedra, una es más fuerte que otra y no todas las calamitas son de un color y la mejor de todas es la de ethiopia, la que se vende a peso de plata. (Escrito en 1535)